sábado, 2 de septiembre de 2017

¡AY, ECUADOR! ¡AY, RAFAEL!




Hoy he visto a Rafael Correa en su segundo enlace digital. Y he sentido angustia. He sentido un mordisco en las entrañas. He sentido lo injusta que puede ser la vida que, en este caso, sería parte de la humanidad ecuatoriana.
He recordado mi historia en Ecuador: Veinte años.

Vine a Ecuador porque lo descubrí clamando por una amplia liberación:

* Liberación religiosa de opresiones institucionales, jerárquicas, de oportunismo y mercantilismo religioso, de tabúes, miedos, etc,
* Liberación política: no había estado soberano de un pueblo soberano, porque no había pueblo, lo que había era población de la que aprovecharse, utilizar,  engañar interesadamente por unas élites que la manipulaban.
* Liberación con y para personas con  ansias de crecer hacia metas de plenitud con posibilidades de lograrlo desde mi fe en el Cristo que libera..
* Liberación cultural que se abriera a un espectro más amplio y universal, alcanzable y posible para muchos si la buscaban.
* Liberación ciudadana desde la justicia, la solidaridad, el bien común y no desde la ley del más fuerte en la selva sin ley.

Y en este tiempo, específicamente en los últimos diez años, he visto como irrumpía la fuerza, el entusiasmo, la fe y el amor de un hombre, Rafel Correa,  por su pueblo.

He sido testigo  de como muchos de estos aspectos liberadores iban templando el arco de la vida y lanzaban sus flechas para que se remontaran en el azul. Y muchas veces di gracias a Dios por poder ser testigo de todo esto.

Luego he leído en una entrevista al historiador Juan Paz y Miño, un comentario referido a Lenin Moreno y al gobierno que él preside:

          "El momento  en que un banquero saluda a un Presidente de izquierda e identificado,
            supuestamente, con la revolución ciudadana y le dice:
                  - Señor Presidente, yo soy uno de entre tantos que no votamos por usted y ahora estamos
                    gustosos de felicitar la gestión que está haciendo,
            creo que marca una definición clara de cómo se está apreciando desde esos sectores las
            acciones del gobierno.

Creo que es suficientemente elocuente la anécdota..

Por todo ello, si antes te valoraba por tu gestión presidencial en estos diez años, en esos momentos en los que te escuchaba, hubiera deseado te llegara mi solidaridad. Solidaridad desde la proximidad pues no me resulta extraña la experiencia de tener que afrontar no el desencanto (porque cuando se hace aquello de lo que uno está convencido no cabe el desencanto), pero si el dolor de que le sea arrebatado  a aquellos por los que luchaste lo que conseguiste para ellos (en algunos casos con la complicidad de los propios interesados)

En ese mundo que, desde tu intervención ibas presentando, aparecían datos de mi propia experiencia. Y desde ella, quiero concluir contigo y para ti:

          Nada se pierde. Será doloroso, incluso insufrible, ver como se arrebata impunemente a muchos lo que les pertenece. Pero lo hecho, si bien hecho, caerá en tierra fecunda y habrá hombres, algunos hombres, que lo harán germinar. Para ellos, afortunadamente, ya nunca la vida de este Ecuador, que pedía liberación, será igual


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