domingo, 29 de diciembre de 2013

REFLEXIÓN SOBRE EL AñO NUEVO


¿Qué buscas? - gritó, entre las sombras que ya sembraban el suelo de aquel atardecer de diciembre, una joven hormiga a la anciana de la comunidad que daba vueltas y más vueltas por el suelo con sus ojos ya medio miopes, medio apagados, medio inútiles ya.

Busco el Año Nuevo - contestó la venerable hormiga
Pero, ¡estás delirando! - respondió la joven-. Al Año Nuevo lo encontramos en los fuegos artificiales, los brindis, las guirnaldas, las luces, la danza,...
Te equivocas, querida - respondió la anciana-. En todo eso no existe el Año Nuevo. Todo eso son solo fantasías evasivas o, a lo sumo, una impotencia, además  equivocada, para expresarlo, para compartirlo. El Año Nuevo llegará de las semillas que, en las andadas permanentes de la vida, vamos dejando caer, en definitiva, sembramos. Solamente será nuevo si trae fuerza, imparable impulso vital y, ojalá, con su genética mejorada.

No había terminado la frase. La joven hormiga ya se iba marchando pensando que es duro llegar a la demencia senil, pero más duro aún tener que soportarla.
La anciana hormiga evocó sus años jóvenes, cuando la negra quitina de su caparazón tenía espléndidos destellos. Se recordó en una escena similar. También, entonces, marchó convencida de la insensatez ajena.

Y, de pronto, descubrió la semilla de su Año Nuevo que buscaba: Su deseo y su compromiso de que no se tuviera que llegar al final de la vida para descubrir el sentido que ésta tiene.
                                                   
  Felicidades.

                                                                José Luis Molina

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