Perseguido
por tus huellas,
imperceptible
presencia,
sombra
de tus huellas,
presencia
toda.
Huellas
que holladas por mí
no
son tuyas ni mías,
y,
más allá,
son
otras, no son nuestras.
Irresistibles
siluetas
contra
natura,
contra
viento y marea,
contra
cultura,
indicadoras
de sapiens
transidas
de Dios.
No
borra el tiempo las arrugas,
ni
el quebranto el amor,
ni
el dolor la esperanza,
ni
la codicia ajena mata mi corazón,
mientras
una huella de tus pies
convoque
a los míos a la fiesta,
al
chapoteo del barro y la sangre.
Miguel
Á. Olmedo
Quito
16-11-2013
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