miércoles, 9 de enero de 2013

LES RECOMIENDO LO LEAN

Me parece que es oportuno publicar en nuestro blog, desde nuestra condición de creyentes, el  siguiente PACTO DE LAS CATAUMBAS. 
Lo bueno sería que, sobre todo, lo leyeran los obispos actuales que, o no se enteraron o se olvidaron. Seríamos culpables y cómplices si  colaboráramos con ese silencio o ese olvido. !Qué lejos están los obispos de hoy de este pacto. Que bueno sería si se dejaran tocar el corazón por él. Sería el principio de una nueva primavera
José Luis Molina
Magnífico y evangélico este pacto de las catacumbas de estos cerca de 40 obispos, liderados por Helder Cámara. Gestos como éstos se echan muy en falta en los pastores de hoy, tan preocupados por otras cosas…(Redacción de R. C. )Un grupo de obispos durante el Concilio Vaticano II, en 1965, reunidos en la catacumba de Santa Domitila, suscribieron el Pacto de las Catacumbas, con el liderazgo de Dom Hélder Câmara, en un intento valeroso de tratar de reflejar mejor la Iglesia de Jesús, comunidad de los creyentes.
El 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio, cerca de 40 padres conciliares celebraron una eucaristía en las catacumbas de santa Domitila. Pidieron “ser fieles al espíritu de Jesús”, y al terminar la celebración firmaron lo que llamaron “el pacto de las catacumbas”.
El “pacto” es una invitación a los “hermanos en el episcopado” a llevar una “vida de pobreza” y a ser una Iglesia “servidora y pobre” como lo quería Juan XXIII. Los firmantes -entre ellos muchos latinoamericanos y brasileños, a los que después se unieron otros- se comprometían a vivir en pobreza, a rechazar todos los símbolos o privilegios de poder y a colocar a los pobres en el centro de su ministerio pastoral.
“Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros en una iniciativa en la que cada uno de nosotros ha evitado el sobresalir y la presunción; unidos a todos nuestros hermanos en el episcopado; contando, sobre todo, con la gracia y la fuerza de nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el pensamiento y con la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo que sigue:
1. Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción, y a todo lo que de ahí se desprende. Mt 5, 3; 6, 33s; 8-20.
2. Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos deben ser, ciertamente, evangélicos). Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata.
3. No poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el banco, etc, a nombre propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas. Mt 6, 19-21; Lc 12, 33s.
4. En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos administradores y más pastores y apóstoles. Mt 10, 8; Hech 6, 1-7.
5. Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos que nos llamen con el nombre evangélico de Padre. Mt 20, 25-28; 23, 6-11; Jn 13, 12-15.
6. En nuestro comportamiento y relaciones sociales evitaremos todo lo que pueda parecer concesión de privilegios, primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos (por ejemplo en banquetes ofrecidos o aceptados, en servicios religiosos). Lc 13, 12-14; 1 Cor 9, 14-19.
7. Igualmente evitaremos propiciar o adular la vanidad de quien quiera que sea, al recompensar o solicitar ayudas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a que consideren sus dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social. Mt 6, 2-4; Lc 15, 9-13; 2 Cor 12, 4.
8. Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio apostólico y pastoral de las personas y de los grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis.
Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los pobres y trabajadores, compartiendo su vida y el trabajo. Lc 4, 18s; Mc 6, 4; Mt 11, 4s; Hech 18, 3s; 20, 33-35; 1 Cor 4, 12 y 9, 1-27.
9. Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus mutuas relaciones, procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes. Mt 25, 31-46; Lc 13, 12-14 y 33s.
10. Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres, y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de hombres y de hijos de Dios. Cfr. Hech 2, 44s; 4, 32-35; 5, 4; 2 Cor 8 y 9; 1 Tim 5, 16.
11. Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidad- nos comprometemos:
* a compartir, según nuestras posibilidades, en los proyectos urgentes de los episcopados de las naciones pobres;
* a pedir juntos, al nivel de organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio, como lo hizo el papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de su miseria.
12. Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero servicio. Así,
* nos esforzaremos para “revisar nuestra vida” con ellos;
* buscaremos colaboradores para poder ser más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;
* procuraremos hacernos lo más humanamente posible presentes, ser acogedores;
* nos mostraremos abiertos a todos, sea cual fuere su religión. Mc 8, 34s; Hech 6, 1-7; 1 Tim 3, 8-10.
13. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos a conocer estas resoluciones a nuestros diocesanos, pidiéndoles que nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones.
Que Dios nos ayude a ser fieles
Enviado por el Hno. Juan Barraza de Caldera III Región como saludo de Navidad...
A 50 años del concilio Vaticano II, en esta navidad recuperemos el sueño de nuestros obispos de los pobres, expresado en el Pacto de las catacumbas. ¡Que el niño del pesebre nos dé la fuerza! ¡Feliz Navidad!

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Doy gracias a Dios por los que creen en el Evangelio no como libro escrito, no como dogmas pétreos, no como discurso teórico, no como fuente moralina, no como justificación de intereses personales y actitudes arribistas, no como consuelo al pesimismo y la depresión... Doy gracias a Dios por los que creen en el Evangelio asumiéndolo como forma de vida que cada día buscan concretar en la realidad; así vivido el evangelio es apasionante. ¡Cuántos no conocen el Evangelio! ¡Cuántos lo niegan con su vida! ¿Hay algún proyecto más interesante para la vida humana que construirla desde los valores el Evangelio? Un abrazo, Miguel Á. Olmedo

Nelson dijo...

Creo que este compromiso nos llama a recordar nuestro bautismo.
A lo mejor, ¿Necesitamos firmarlo?
Gracias José Luí
Nelson

Anónimo dijo...


Si por lo menos en nuestras comunidades religiosas al menos leyeramos este pacto ganaríamos algo de libertad desaparecería el si a los superiores, si a las hermanas maestras, si a los provinciales, si al señor obispo, se cerrarían nuestros colegios, universidades y escuelas donde no ingresan los pobres, entran los de la elite,ç.las cuentas bancarias serían invertidas en obras de extrema necesidad y no tendríamos miedo a la represalia por escirbir abiertamente con nuestra identidad comentarios como este y no nos pesaría la edad si nos hechan de nuestros conventos.

Hna. Eulalia Reascos.

José Luis Molina López dijo...

A la Hermana Eulalia Reascos:
Estoy de acuerdo con lo que dices. Solo quiero agregar... que seríamos más evangélicos, estaríamos más cerca de Jesús, seríamos levadura en la masa y estaríamos construyendo Reino, que en definitiva es nuestra tarea. Seríamos creibles y referentes de esperanza, y todo esto merece la alegría de ser celebrado, no de ser "ceremoniado"
Ánimo y gracias por tus palabras.
Que Dios te ayude.
José Luis Molina

Anónimo dijo...



José Luis molina:

Cuando ingresé a la comunidad en la que sobrevivo a pesar de tener todo lo necesario lo hice con mucha ilusión con las inquietudes y sueños propias de mi edad, ha pasado el tiempo y al mirar hacia atrás veo que me he instalado en las comodidades propias de este mundo, estudios asegurados, seguro de vida (IESS), comida, jubilación, etc. He leido este blog desde hace un año. Al leer algunos de los artículos con los que usted si evangeliza he empezado a preguntarme ¿qué he hecho con mi vida? la he acorralado en la mal llamada pobreza, en la muy bien asumida obediencia y castidad. A esta altura de mi vida me veo sin salida y por primera vez comienzo a sentir que me he equivocado. Sigan adelante con ese proyecto que tienen en Quito yo voy propagando que otras hermanas lo lean.
Hna. Eulalia Reascos

José Luis Molina López dijo...

A la Hermana Eulalia Reascos:
Vuelvo a darte las gracias. Ahora me encuentro en España esperando me operen pero hoy es posible la comunicación a peasr de la distancia. Por si te viene bien mi dirección es jlmolinalopez@yahoo.es.
Lo bueno de la Buena Noticia del reino es que siempre es momento oportuno.
Un abrazo
José Luis Molina

Anónimo dijo...


José Molina López

pensé que mis comentarios iban a molestar y me doy cuenta que son valorados.
Ayer en la eucaristía que tuvimos en la comunidad pedí por mi misma y no para tranquilizarme pero si para pedir perdón por el antitestimonio de mi vida en estos años. Pedí por usted y el P. Miguel Olmedo ya que el comentario suyo es a quemar ropa: Doy gracias a Dios por los que creen en el Evangelio asumiéndolo como forma de vida que cada día buscan concretar en la realidad; así vivido el evangelio es apasionante. ¡Cuántos no conocen el Evangelio! ¡Cuántos lo niegan con su vida! ¿Hay algún proyecto más interesante para la vida humana que construirla desde los valores el Evangelio?.

El haberlos conocido virtualmente es una buena noticia en mi vida. No desmayen y que la cirugía sea un éxito.
Hna. Eulalia Reascos.

Anónimo dijo...

Don José Luis Molina lópez, quisiera ponerme en contacto con Usted, llevo casi 40 años detras de su pista, solo D. Miguel de Badajoz,(su antiguo compañero de la Aneja) me informa de algo, ésto ultimo que estaba en quito, soy antiguo alumno suyo, por favor si hay posibilidad ponga alguna reseña o a traves de su hermana e badajoz, por favor, un abrazo antonio flores

José Luis Molina López dijo...

Para Antonio Flores:
Hola Antonio. Tan larga búsqueda merece la recompensa de encontrarme.Ahorita estoy en España esperando me operen. Vivo en El Bosque (Cádiz). Mi teléfono es 699374522 y mi correo electrónico jlmolinalopez@yahoo.es
Me alegrará saber de ti.
Un abrazo
José Luis Molina