miércoles, 22 de agosto de 2012

DESAZÓN

Pesaba la noche en las espaldas,
era pesada la noche,
era mucho el peso
que aplastaba aquella espalda.

El cierzo,
entre las hierbas del páramo,
canta cantares de estrellas
en la noche destrellada.

La callada agonía de mi esencia
recorre la noche fría
sin vislumbrar una estrella.

Y es por ella,
por la estrella desleída,
por donde se me hace herida
tu desdén y tu silencio,
tu espalda vuelta,
tu pelo
que ocultaste en el pañuelo
con que amordazas al viento
que aprendió a cantar con él
cantos de estrellas y besos.

José Luis Molina

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