viernes, 30 de diciembre de 2011

LEYENDO EL EVANGELIO DE LUCAS 2, 8-21

Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche velando sus rebaños por turnos.
Recibieron la gran noticia.
Y asumieron lo que habían recibido


¿A donde ir?
Son altas las olas
y temibles sus envites.
Me da miedo el rayo,
y el trueno, y la tormente.
En la arena se borran
las huellas de la historia,
el peso y el paso
del hombre por la playa.
Pero una gaviota
me hace alzar los ojos
y contemplar el cielo,
y contemplar el aire,
y contemplar las olas
y un amanecer
que se abre paso
y el agua reflejando
colores que no caben
en paletas comunes.
Era verdad
lo que la gaviota
me dijo con su vuelo:
Que la luz se hace trizas
descendiendo del sol
para que brille el agua
y refleje esperanzas
y sueños
y besos sin traiciones
y abrazos a dos brazos
sin manos escondidas,
y latidos profundos
en corazones próximos.
Ya está hecho el milagro:
La inmensidad se hizo abarcable
y lo pequeño,
sobre las crestas de las olas
llega hasta el cielo
y se hace transparencia
Felicidades
José Luis Molina 24 de diciembre del 2011

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